Hay una transgresión a la ley y de echo la
disfruta, no se apegan a las normas de convicción social, son impulsivos,
irresponsables, agresivos, irritables, toleran mal la frustración, explotan a
otros para obtener beneficios
materiales, no les preocupa la seguridad de los demás, a pesar de todo no
sienten culpa más bien lo racionalizan y culpan a otros.
Pueden ser indiferentes o dar justificaciones superficiales por haber ofendido, maltratado o robado a alguien. Hay una falta de empatía, engreimiento y encanto superficial.
Pueden ser indiferentes o dar justificaciones superficiales por haber ofendido, maltratado o robado a alguien. Hay una falta de empatía, engreimiento y encanto superficial.
Pueden tener un concepto de sí mismos arrogante,
tercos, mostrar labia, encanto superficial, ser volubles y de verbo fácil.
Pueden experimentar disforia, incapacidad para tolerar el aburrimiento, estado
de ánimo depresivo. Este patrón también ha sido denominado psicopatía,
sociopatía. Puesto que el engaño y la manipulación son características
centrales del trastorno antisocial de la personalidad.
Conocen bien el sentido legal y moral (costumbres o formas de
comportamiento humano) pero no lo ponen
en práctica porque lo que está alterado no es su capacidad de juicio de valores,
sino de ética (parte de la filosofía que trata de la moral de los actos humanos
calificándolos de buenos o malos).
Y, algo muy ligado a la ética, son los remordimientos o el sentir
culpabilidad, que tampoco presentan estas personas.
Pero hay que tener en cuenta que no todas las personas con este
trastorno son criminales, porque muchas se las ingenian para evitar cualquier
contacto con el sistema judicial.
No se dejan influir por los demás, ni por la sociedad, teniendo un
código propio de valores y no necesitan la aprobación de los demás, ni para
subirle la autoestima. Son independientes y esperan que los demás lo sean
también, no se preocupan mucho por los sentimientos ajenos.
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